A veces las etiquetas pesan, si, las etiquetas, la ñoña, la despistada, la gruñona, la perfeccionista.
Disculpen si me leo hostil, pero fui adolescente en la época en la que el pop era la música favorita, con sus boy bands en ingles y español, donde las adolescentes éramos soñadoras, y todo nuestro entorno mediático era así. Con el tiempo he descubierto nuevas formas de pensamiento, nueva música, series, películas, otro tipo de cultura; sin embargo no puedo deslindarme de mis recuerdos de adolescencia, y ya estoy cansada de las etiquetas solamente por mis gustos, porque si, siguen siendo mis gustos, por todos los recuerdos que me traen, todo eso es parte de mí y de mi vida, ya estoy cansada de ser la fresa, la ñoña, la niña que ahora creen que es ordinaria solo porque no tuve una vida difícil, con una gran historia triste a mis espaldas, no, yo no caí en drogas, mi familia no era disfuncional, fui educada bajo ambientes sanos, siempre he sido muy tranquila, y si, aún así soy exitosa en lo que me gusta hacer, soy feliz, y si eso no les parece extraordinario es porque vivimos en una sociedad educada por la televisión y sus novelas.
Yo me amo así, con mis cosas, mis gustos, mis historias, mis amigos y amigas, mi familia amorosa y todo lo demás.
Y si, ya me canse de las etiquetas, y así como yo respeto y aprendí cosas nuevas de todo lo que percibi a lo largo de mi existencia, espero que se respete también lo mío, créanme, no espero que gusten de lo mismo, ni siquiera que le den una oportunidad, solo exijo respeto.
Ojalá aprendiéramos a quedarnos callados cuando de juzgar se trata, ojalá un día solo fuéramos tu, yo, ellos, con nombres y apellidos, que al final eso es lo que cuenta, de verdad ojalá aprendiéramos más.
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