Siempre pienso en la muerte, en los últimos días, en lo que podemos dejar. Las ideas siempre vienen a mi mente, ¿y qué tal que ahorita ya nomas no? O ¿y si mañana ya no llego? Ya saben... Cosas de esas. Pero cuando la muerte se nos atraviesa enfrente para llevarse consigo a alguien cercano, entonces le tienes respeto y te cuadras, dejas de pensar tonterías, te despabilas y después del shock reaccionas, te das cuenta de que tú, hoy ahorita, estas vivo, que los tuyos también. Uno nomas no sabe lo que va dejando a su paso, muy probablemente no le hables a las personas, o simplemente te saluden, quizá hasta te regalaron una sonrisa que algún día te hiciera sentir mejor y eso se queda, son todos esos recuerdos que va uno dejando en otras personas de lo que no nos damos cuenta. Cuando alguien se va es como un sueño, de esos en los que cuando te despiertas tratas de retener en la memoria hasta que no puedes más y solo recuerdas la idea de ellos, así es; tratas de empujar en la memoria todos